Ni subidas de tipos, ni volatilidad: así es la hormona que amenaza eternamente a los inversores
Un nivel demasiado alto de cortisol lleva a los inversores a ser precavidos y a asumir menos riesgos
El pánico se lleva apoderando del miedo de los inversores desde que los grandes jefes del BCE (Banco Central Europeo) y la Fed (Reserva Federal) empezaron a subir los tipos de interés, allá por julio y marzo de 2022, respectivamente.
Esta fluctuación de los mercados bursátiles es algo habitual. Por eso, cuando hay épocas de mucho estrés, como en situaciones de incertidumbre económica, se produce cortisol en nuestro organismo, y esto a su vez puede contribuir a la aversión al riesgo y un pesimismo irracional encontrado entre los banqueros y gestores de fondos durante las crisis financieras que afecta directamente a la toma de decisiones.
En realidad, el cortisol es una hormona secretada por las glándulas suprarrenales en respuesta a los momentos de mucho estrés físico, como una pelea o una huida, y aumenta con fuerza en situaciones de incertidumbre, como la volatilidad de los mercados financieros. Esta hormona prepara al cuerpo para una posible acción liberando la glucosa y ácidos grasos en la sangre y también suprime funciones corporales que no son necesarias durante una crisis, como digestiva, reproductiva e inmunológica.
“Cualquier agente sabe que los mercados llevan su cuerpo a una montaña rusa. Lo que no conocíamos es que estos cambios fisiológicos, los niveles subclínicos de estrés de los que apenas somos conscientes y que, en realidad, están alterando nuestra capacidad de asumir riesgos”, aseguró el doctor John Coates, coautor principal del estudio de la ‘Judge Business School’ de Cambridge y exagente de Wall Street. “Es aterrador darse cuenta de que nadie en el mundo financiero sabe que se producen estos cambios subterráneos en el apetito de riesgo”, puntualizó.
En un estudio pasado relizado a diecisiete corredores de bolsa masculinos en la ciudad de Londres, los científicos comprobaron, después de medir su saliva, que tiende a aumentar (la hormona) con la volatilidad del mercado y las perspectivas de hacer beneficio.
Sin embargo, un nivel demasiado alto de cortisol lleva a los inversores a ser precavidos y a asumir menos riesgos. Según la hipótesis de los científicos, el cortisol es una respuesta a la volatilidad y la incertidumbre de los mercados, mientras que la testosterona responde a un aumento de beneficios.
Si este estrés se convierte en crónico, como puede ser durante una crisis financiera prolongada, el cortisol elevado puede contribuir a problemas de aprendizaje, aumento de la ansiedad y, con el tiempo, depresión. Además, el estrés crónico también puede conducir a una disminución sustancial en la voluntad de asumir riesgos financieros, destacan los investigadores.
La presencia de niveles máximos de una u otra hormona en el organismo de los agentes de bolsa puede llevar a los mercados a un ciclo vicioso, en el que el cortisol exageraría el movimiento bajista de la bolsa y la testosterona el movimiento alcista.